El duelo
En la desapacible noche del 22 de mayo de 1931 había muy pocos parroquianos en el bar de Gazzano. En la mesa de billar jugaban y charlaban ruidosamente Amado Tesoro y Juan Andretich, un estanciero casado con Margarita Repeto.
Aunque el bar, ubicado en la esquina de Andrade y Sarmiento, estaba apenas a una cuadra de la comisaría no había pasado desapercibida la figura de un agente uniformado que observaba cada tanto hacia el interior del negocio desde la vereda de enfrente. El viento y el frío hacían muy destemplada la noche por lo que las puertas estaban cerradas, pero con los postigos abiertos.
Por la puerta de la esquina que daba frente al mostrador, Luis M. Gazzano vio varias veces asomarse al milico como explorando el lugar hasta que en un momento apareció el comisario Domingo Irineo Mendoza con un agente. Apenas ingresado al local, con voz potente el comisario ordenó el arresto de Andretich. El estanciero continuó jugando sin hacer caso a la orden y cuando se reiteró le contestó que no estaba dispuesto a dejarse llevar.
El comisario Mendoza ordenó a su agente: “Desármelo y deténgalo aunque sea por la fuerza».
Cuando el agente, sable en mano, se dispuso a acatar la orden, Andretich extrajo su revólver apuntándole. El policía se zambulló detrás de la mesa de billar para protegerse del primer tiro.
A su vez, Mendoza sacó su revólver y se sucedieron los disparos. Gazzano, desesperado por estar en la línea de fuego, intentó refugiarse en el vano de la puerta pegando el rostro a la hoja de la misma. Uno de los proyectiles le dio en una nalga, pero tardará en darse cuenta de que ese líquido caliente en su pierna era su propia sangre.
Cuando Andretich agotó sus balas ofreció su revólver al agente y se entregó. El comisario le ordenó que lo llevara al calabozo y ambos se dirigieron hacia la comisaría.
Don Tesoro, saliendo de su refugio, se acercó al comisario y le preguntó si estaba herido. «No me ha pasado nada», respondió Mendoza con sequedad, se dispuso a salir y, al traspasar el umbral, se derrumbó muerto. Un disparo le había dado de pleno en el corazón.
Juan Andretich fue remitido a la cárcel de Paraná, pero al poco tiempo, puesto en libertad. Aunque abandonó de forma definitiva sus posesiones, después de muchos años se lo vio de forma fortuita en la Villa.
El acta de defunción dice:
En Estación Hasenkamp, a los 23 de mayo de 1931 ante el Alcalde Simón Romero compareció Enrique Aquino, argentino de 36 años soltero, declaró que a las 23 horas del día de ayer falleció en esta Estación Domingo I. Mendoza de heridas de arma de fuego, según certificado del Dr. José Brage Villar. Masculino de 45 años, soltero, Comisario de Policía, argentino.
Aunque el Acta de Defunción dice soltero, el comisario Mendoza tenía una esposa de apellido Luchessi y un hijo pequeño. A este hijo, llamado Úrico, lo crió un tío, hermano del padre que también era policía. Úrico se radicó en Buenos Aires, fue Policía Federal, pidió la baja, volvió a Hasenkamp y puso una carnicería en la esquina de Urquiza y Sarmiento. Tuvo dos hijos, Daniel y Tato, que también fue policía y se retiró con el cargo más alto de Comisario y hoy es custodio en la gobernación.
Él mismo comentaba que el duelo de su abuelo con el estanciero fue por un problema de polleras. Su abuela estaba embarazada cuando murió Mendoza, como no estaban casados, la niña al nacer llevó el apellido Luchessi de la madre.