Familias

Familia Kisser

No fue fácil para Adán con sus 22 años de vida, tomar la determinación de desertar del ejército del Zar, algo que, de salir mal podría llevarlo a Siberia en el mejor de los casos o frente a un pelotón de fusilamiento si sus captores estaban de mal humor.

Insiste, convence a un hermano y a una hermana en subir al barco carbonero que ya zarpaba de Kiev y se despide para siempre de sus progenitores y de la tierra que lo había visto nacer.

Desembarcaron en Brasil para enfrentarse a un clima tropical al cual no estaban acostumbrados y con especies vegetales y plagas desconocidas que dificultaban su supervivencia como agricultores.

A Gramado, Río Grande do Sul, donde vivían, llegaron noticias de las colonias de rusos alemanes en Argentina con mejores condiciones de vida. Los hermanos, haciendo uso de su resiliencia deciden dirigirse hacia el sur donde esperaban prosperar.

Hoy no podemos imaginar cómo habrán conseguido los medios para pagar su pasaje en barco ya que eran peones. Seguramente lo hicieron con grandes sacrificios ahorrando en todo y trabajando duro. Era gente capaz de fijarse un objetivo y empeñarse en lograrlo. Había fibra en estos alemanes del Volga.

Después de un largo viaje por mar y luego remontando el río Paraná llegan finalmente al puerto de Diamante. Se dirigen a General Ramírez donde trabajan de peones y más adelante (siempre trabajando y ahorrando) consiguen arrendar un campo que pertenecía a los Nanni en la zona de Viale.

En esta tierra del paraje Quebracho conoce Adán a la que sería su esposa, Olga Liebich, con quién engendra nada menos que siete hijos: Ema, Samuel, Eduardo, Armando, Clara, Alberto y Carlos. Era gente muy productiva: una cosecha de trigo y una de maíz al año y si se descuidaban ¡también un hijo por año!

Con tanta producción, el gobierno provincial se preocupa de asignar más tierras a la agricultura.

En 1930 a Adán y familia les otorgan un lote de unas 80 hectáreas entre los 154 adjudicatarios posibles para la Colonia Oficial N°4 “La Colmena”, próxima a Hasenkamp en el noroeste de la provincia de Entre Ríos.

Tiene como vecinos a los Kloss, cuñados de Federico Ramínger y Amalia Kloss. Son conocidos de Quebracho y miembros de la misma Iglesia Luterana del Río de la Plata a la que asistían en Viale. Pero los Ramínger, adjudicatarios de terrenos en Colonia “La Paz”, cerca de Los Charrúas, en el departamento de Federación, deben mudarse al noreste de la provincia. Los lazos familiares sin embargo no se rompen y se visitan mutuamente. Alma Raminger, sobrina de los Kloss encuentra muy atractivo visitar a sus tíos, los vecinos de los muchachos Kisser.

El gobierno expropiaba tierras o disponía de tierras fiscales para asentar las colonias. Colonizar significaba acceder a tierras baratas y cómodas de pagar, pero nada más que eso. Lo que se les ofrecía a los colonos era solamente una porción de bosque nativo y a arreglarse como se podía… Pero, por más desfavorable que pareciera la oferta, para esta gente sedienta de tierras era la posibilidad de poseerlas y dejar de arrendar.

En Europa, ser propietario de tierra era privilegio de nobles y ellos ahora podían acceder a ella. No importaban entonces los sacrificios, no importaba el trabajo. Tenían ahora su tierra, pero a un precio que no pagaríamos nosotros hoy. No creo que nuestra generación tendría ni la histamina ni la resiliencia necesarias para enfrentar los desafíos que les tocó superar.

Por una picada a través del monte llegaban con sus carretas y sus bueyes a la parcela asignada de unas 80 hectáreas. Una vaca con ternero para la leche, unos chivos y ovejas, unas gallinas, unos cerdos, un barril de harina, grasa, yerba, sal y azúcar aseguraban la alimentación por un tiempo, sin embargo, la provisión de agua y un refugio para habitación no podían transportarse en la carreta.

Era necesario entonces, al llegar, confeccionar un pozo ¡A PALA! De entre 30 a 50 metros de profundidad. Era una tarea agotadora y peligrosa y quienes lo han hecho relatan que allí en la profundidad de la tierra, trabajando en semioscuridad, es posible mirar hacia arriba, a la boca del pozo y ver las estrellas en pleno día.

Mientras buscaban esas napas subterráneas se guarnecían bajo lonas tendidas entre los árboles. Y logrado ese objetivo recién entonces llegaba el momento de levantar un rancho de barro con techo de paja. Una vez completado ese refugio la emprendían con el monte. Era un duro trabajo sacar los árboles con pico, pala y hacha para hacer los alambrados y limpiar los claros donde se alimentaban los vacunos y que eventualmente podrían arar para sembrar.

Emilia, Enrique y Adán Kisser

Eduardo Kisser

Eduardo tenía 12 años cuando la familia pudo afincarse en tierra propia. Siendo uno de los mayores había abandonado la educación escolar porque era necesario ayudar a su padre en las tareas de campo. Era común en esa época.

Adán era un visionario que no se conformó con cultivar trigo solamente. Alguien debía cosechar y embolsar esa riqueza para transportarla hacia los mercados. Compró entonces una máquina trilladora, de las primeras, no autopropulsadas.

Los 18 años sorprenden a Eduardo con grandes responsabilidades. Está encargado de manejar una cuadrilla de cerca de veinte peones que trabajan en la trilla. Las espigas que se cortaban y recogían en el campo debían transportarse hacia la máquina que en una esquina del terreno separaba la paja del trigo y llenaba las bolsas del producto. Eduardo debía además controlar la cantidad de bolsas obtenidas y el correcto cerrado de las mismas.

Terminan la década de 1930 ocupados y prosperando, pero la familia necesita más tierra porque los muchachos estaban en edad de formar también sus familias. Así en los primeros años de la década de 1940, Adán toma otra sabía decisión. Enterado de la existencia de un lote abandonado por su adjudicatario emprende viaje a Paraná y gestiona ante el gobierno los permisos para que sus dos hijos mayores pudiesen acceder a esa tierra vacante. ¿Cómo hizo este ruso inmigrante para conseguirlo, cómo enfrentó la burocracia y logró sus fines? Será un misterio siempre, pero de lo que no podemos dudar es que cuando Adán se proponía algo lo lograba.

Había sin embargo una condición para ser adjudicatario, el solicitante: debía estar casado.

Esta condición para acceder a la tierra precipitó algo que ya se venía gestando entre Eduardo y la sobrina de los Kloss que los visitaba a menudo. Él la “festejaba” tímidamente, con el recato y la discreción propia de la época. Sin duda ahora tenía la excusa perfecta para pedirle casamiento. Ella era la llave para conseguir la tierra.

Así, en 1947, Eduardo Kisser une su vida con Alma Ernestina Raminger y van a ocupar su tierra. Tierra fértil es, porque el 23 de junio de 1948 llega al mundo Raymundo Arturo. Esas casi 80 hectáreas se dividieron quedando cada hermano con un lote de 38.

Eduardo Kiser y Alma Raminger

Afectos al trabajo, el flamante matrimonio organiza el campo rápidamente y como Eduardo no era de sentarse bajo el alero a tomar mate y mirar quien pasaba por el camino, sale a buscarse una changa para el tiempo libre. La consigue como peón de los judíos alemanes que machacaron en él la idea de que el progreso social llega por la vía del estudio de los hijos.

Eduardo Kisser y sus hijos Raimundo,Yolanda e Inés

Los patrones de Eduardo, judíos escapados de la persecución nazi eran personas de ciudad, por lo que deciden mudarse al gran Buenos Aires confiando a su peón la administración de su propiedad. Unos años después el acopiador de cereales Sebastián Ger Villacampa, interesado en el “adelanto” de los colonos y en que eduquen a sus hijos aconseja a Eduardo comprar la propiedad a sus patrones y el negocio se concreta en 1958. Se agregan así 150 hectáreas más a las 38 originales obtenidas por Adán para sus hijos.

Las cosas iban bien para los Kisser. Después de cancelar la compra de las 150 hectáreas aparece otro negocio. Un campo lindero de 76 hectáreas, hipotecado, que, ante la amenaza de un remate inminente, se vende. Eduardo se anima y lo compra. Lleva la escritura y la hipoteca a su casa.

Su hijo Raymundo, siempre curioso y aficionado a practicar la nueva habilidad de leer toma los documentos y descubre con asombro que la hipoteca tiene un vencimiento próximo. Lo comenta con su madre que interpreta lo mismo al leer los documentos… la hipoteca vence antes de lo previsto.

Eduardo queda confundido, según él la hipoteca vencería después de la cosecha, no antes. Por la mañana toma su caballo y se dirige a consultar con el Juez de Paz que ratifica lo leído por Raymundo. Otra vez el acopiador Sebastián Ger Villacampa auxilia a la familia. El atiende el pago y espera la cosecha para recuperar su dinero. Un verdadero amigo.

Este incidente planta la semilla de la vocación en Raymundo. Si es tan fácil engañar a gente honesta y trabajadora con documentos para quitarles todo de un plumazo, alguien debe estar para ayudarlas. Comienza a pensar que será un abogado en el futuro y pregunta acerca de la profesión a unos abogados que visitan a su padre en relación a propiedades que tienen en la zona. En esas charlas encuentra su vocación y se propone como meta la abogacía.

Raymundo Kisser y familia caracterizados como sería en 1930

Fragmento de: “Del monte al Senado. Una historia de superación familiar” – escrito por SCHNEIDER, Raúl y los compañeros de la clase de 1967, pp. 9 – 12.

NOTAS:

Adán Kisser y Olga Liebich tuvieron siete hijos: Ema, Samuel, Eduardo, Armando, Clara, Alberto y Carlos.

  1. Ema se casó y radicó en Tabossi antes de que su familia llegara a la Colonia Oficial.
  2. Samuel se radicó con su familia en Libertador General San Martín.
  3. Eduardo se casó con Ama Raminger y tuvieron tres hijos: Raymundo, Ofelia e Inés. Todos radicados en Hasenkamp.

– Raymundo se casó con Lidia Feliú y tuvieron cuatro hijos: Virginia, Álvaro, Hernán y Dante.                           

– Ofelia se casó con Mario Orsich y tuvieron cinco hijos: Gabriel, Miguel, Néstor Mario, Fabricio Mariano, Heraldo Neri y Demir Leonel.

 – Inés se casó con Héctor Raúl Goltz y tuvieron dos hijos: Iván y Paolo Duval.

4. Armando vivió en el campo paterno. Su hija Estela fue profesora de pintura en la Escuela de Artes y oficios y se casó con Osvaldo Ladner.

5. Clara se radicó en Rosario con su familia.

6. Alberto se casó con Frida Krig, tuvieron tres hijos: Sergio, radicado en Chaco, Olga Catalina y Horacio que viven en un campo de su propiedad en cercanías de Hasenkamp, camino a la Colonia Oficial.

7. Carlos se casó con Nidia Solia, tuvieron cuatro hijos: Wilfredo, Norberto, Humberto y Mariela. Había estudiado en una escuela técnica de Rosario y se instaló con un pequeño taller en calle Sarmiento, donde hoy se encuentra “Goltz Distribuciones” Luego se trasladó al actual lugar donde su taller se transformó en la empresa familiar “Metalúrgica Kisser” que hoy continúan sus hijos.

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