Los Fundadores
Carl Wilhem Eduard Hasenkamp llegó al país en 1866 cuando tenía 20 años para trabajar como empleado en la casa matriz del grupo Lahusen y Cía., un negocio de importación de pieles y lana desde América del Sur que poseía varias sucursales y extensas fincas para la cría de ovejas, especialmente en la Patagonia.
Trabajó por varios años para la firma, en los que se integró a la sociedad porteña y estableció contactos con integrantes de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires y de la industria.
Entre ellos conoció a Germán Burmeister Sommer, hijo mayor del famoso naturalista y paleontólogo de prestigio internacional, quien, junto a su hermano, comerciaba productos hacia Brasil. Facilitaba su profesión el hecho de que su abuelo Sommer era dueño de una flota de navíos mercantes en Altona, Alemania
Eduardo abandonó su empleo y Germán se independizó de su hermano para formar la Sociedad Hasenkamp-Burmeister que comerciaba productos de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos hacia Brasil y Europa y que se fue consolidando rápidamente.
El buen funcionamiento de su empresa comercial le dio la seguridad necesaria y el 18 de febrero de 1880 se casó con Catalina Taligas, una húngara originaria del condado de Temes.
Pero los viajes por las provincias eran constantes y fue madurando la idea de convertirse en hacendado. Trató de convencer a su hermano que residía en Alemania y se desempeñaba como mayordomo del Barón Von Schistedt en Posen (Poznań), Prusia.
Finalmente, su hermano Johann Gerhard Friedrich Hasenkamp llegó en 1882 y lo acompañó en sus recorridas en busca del lugar adecuado.
Ayudados por las políticas de colonización de la provincia de Entre Ríos, encontraron la oportunidad de comprar dos leguas cuadradas de campo en la parte norte del departamento Paraná en el distrito Antonio Tomás y María Grande Segunda.
Estos campos habían pertenecido a La Colonizadora Argentina, una Sociedad Anónima compuesta por un grupo de ex gobernadores y funcionarios que habían impulsado varias leyes para exceptuar de impuestos las tierras destinadas a la colonización, realizado diversos loteos en más de cien mil hectáreas y promovido la venida de contingentes europeos.
Al disolverse la sociedad y repartidos los campos entre sus integrantes, los hermanos le compran esa fracción al ex gobernador Ramón Febre y el 30 de julio de 1883 escrituran por un valor de 20.000 Pesos Fuerte Oro, pagando 10.000 en ese acto y el resto a un año.
El siguiente paso fue establecer los trazos de los caminos teniendo en cuenta los existentes y diseñando nuevos con el Jefe Político Departamental, firmar el acuerdo y elevarlo al ejecutivo de la gobernación para su aprobación. Esto tardaría varios años en concretarse y recién el 20 de marzo de 1907 sería firmado el Decreto de aprobación por el Gobernador Parera y el Ministro Luis Leguizamón.
Mientras la burocracia gubernamental legalizaba el acuerdo los nuevos propietarios formalizaron su empresa a la que denominaron “Hasenkamp Hermanos”, una sociedad civil dedicada a la agricultura y la ganadería donde ambos figuraban como socios capitalistas e industriales.
Eduardo, con 37 años, dio por terminada su firma comercial y su vida en la ciudad y partió, junto a su hermano de 29 años, a construir su nueva vida de estanciero en medio de la llamada selva montielera.
Comenzaron con el desmonte, la siembra de las primeras chacras, los corrales y la construcción del casco de su estancia a la que llamaron “Los Naranjos”.
Buena parte de su capital se había ido en la compra del campo, en la construcción y en los primeros trabajos. Las ganancias tardaban y por ello deciden vender parte de sus terrenos. El 30 de marzo de 1886 escrituran la venta de media legua cuadrada a favor de Florencio Pérez.
Cuando transcurría el sexto año desde el afincamiento en los campos entrerrianos les llega la noticia de que su padre Hermann Hasenkamp y su madre Johanna Roth se encontraban gravemente enfermos.
Siendo que Federico aún permanecía soltero, parte hacia Alemania a mediados de 1889. A finales de ese año ambos padres han fallecido.
En ese tiempo de permanencia en Alemania, Federico contrajo matrimonio con Gertrude Hillmer el 19 de marzo de 1890.
Meses después, la pareja se embarcó en Hannover en el Vapor Belgrano hacia Sudamérica, pero su llegada a Buenos Aires coincidió con la Revolución del Parque, un levantamiento armado encabezado por Leandro N. Alem. Ante el bombardeo de la flota sublevada sobre la ciudad, el vapor en que llegaban debió seguir viaje hasta el puerto de Rosario.
Ya instalados en Los Naranjos comienza la construcción de la convivencia de esa familia de cuatro integrantes.
La joven esposa Gertrude había llegado embarazada de un niño que iba a llamarse Eduardo Cristian, pero la fatalidad quiso que naciera muerto el 27 de noviembre de 1890.
Dos años después se concretaría con felicidad el deseo de paternidad con el nacimiento de Catalina Elisa el 3 de mayo de 1892
Luego llegaría Germán Juan el 9 de febrero de 1896 y Eduardo Pablo el 21 de enero de 1898.
En 1906 llega la vía del ferrocarril del ramal que venía desde la ciudad de Crespo y pasaba por la propiedad de los Hasenkamp. El 7 de julio de ese año se impone por decreto el nombre de “Estación Hasenkamp” al paraje donde se construye la estación.
El 24 de agosto de ese año, Eduardo presenta al Gobierno de la Provincia el plano con el diseño de Villa Hasenkamp. Dos días después se acepta en la parte formulativa su delineación y amojonamiento y el 19 de octubre es aprobado definitivamente por el Poder Ejecutivo.
En la Navidad de 1920 una enfermedad terminal se lleva a Catalina Taligas, la esposa de Eduardo.
A fines del año siguiente llega a la estancia un joven alemán que se dedicaba a la perforación de pozos y la instalación de molinos y tanques de agua llamado Mauricio Ziegler. Al poco tiempo nace una relación entre este y Catalina, la hija de Federico Hasenkamp y doña Gertrudis Hillmer, que se concreta en un matrimonio en 1922.
En los siguientes cuatro años se suceden los hijos: Eduardo Enrique, Ana María, Federico Germán y Gertrudis Elisa.
Pero estos años de felicidad con los nuevos nietos y el bullicio de infancia que traían a la estancia se vieron truncados el 26 de mayo de 1927. Un fatal accidente con un arma se lleva la vida de Mauricio Ziegler y al mismo tiempo la de Federico Hasenkamp por su dolencia cardíaca al enterarse del hecho.
Ante esta situación se convoca a Germán Hasenkamp que se encontraba en Buenos Aires desempeñándose como traductor en la oficina de Informaciones Parlamentarias. A los 31 años llega para hacerse cargo de la estancia.
El 2 de noviembre de 1929, a los 83 años fallece don Eduardo Hasenkamp. Un año antes había renovado su testamento nombrando como herederos universales de sus bienes a sus dos sobrinos argentinos Catalina y Germán.
El 25 de febrero de 1936 fallece doña Gertrudis Hillmer de Hasenkamp, la última de las fundadoras de Los Naranjos.
Un comentario
Jose acedo
Muy buena descripción de la historia de un hermoso lugar en el mapa de la Argentina.